Denise Ramonfaur

Co-fundadora de Morama

Buena Banda

Le gustaba que le dieran órdenes, tener una chamba clara y recibir su cheque cada quincena. Pero un bote de crema de avellana casera y la validación de las mamás amigas lo cambiaron todo.

De la licuadora a tope y el trapeador oliendo a cacahuate nació una marca única que hoy está en miles de puntos de venta.

Nació sin capital externo ni campañas de marketing sofisticadas, solo a base de trabajo constante, intuición práctica y una claridad brutal sobre costos, procesos y foco en lo que hace la diferencia.

Salud, ricura y ahora también belleza. ¿Quién dijo que no podía también poner su talento al servicio de la dirección de otra empresa? Éxito multiplicado.

Pero ojo: no hay romanticismos que valgan. Ella cuenta que en este camino ha tenido más noches oscuras que aplausos, que su cuerpo le ha cobrado la factura y que a veces está con los nervios de punta.

La inteligencia es exigente y hay que aprender a domarla.

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90. La inteligencia se doma

Denise, comunicóloga por el Tec de Monterrey con maestría en Marketing en EADA, transformó una receta casera para su hijo en Morama, una marca de productos saludables hoy presente en miles de puntos de venta. Junto con su socia Sofía Paredes, llevó la empresa de tienditas a supermercados sin capital externo, con foco en procesos, costos y consistencia. Mamá de tres, emprendedora por convicción y realista sobre los sacrificios del camino, comparte cómo la intuición práctica y el trabajo constante pueden convertirse en éxito empresarial.

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