De niña quería hacer fórmulas de cremas y hoy hace alquimia con sopas. Triunfa en ello.
Lloró cuando le dieron Knorr. No por trauma, sino por nervios emocionados. Ella dudaba de sí misma, pero no sus jefes, y el tiempo les dio la razón a ellos.
No hay duelo que la derrote. Porque está consciente de que la vida es una y porque su buena energía le gana la partida a cualquier pérdida.
Es turbo intensa, adicta a Síclo, fiel a su terapeuta y a su coach. Lo que haga falta para mantener la salud y la salud mental. Llora mucho, pero en privado; no soporta el drama en ninguna de sus formas.
Quien piense que hay que calmarse para encajar, siga escuchando. Esta mujer hizo de su intensidad su estrategia.
Gladys encontró en la cocina su espacio para hacer alquimia y transformar dudas en certezas. Con una energía arrolladora, una pasión clara y cero tolerancia al drama, comparte cómo ha crecido profesionalmente mientras cuida su salud física y mental. Una historia de riesgo, autenticidad y fuerza tranquila.