Es entrona a cielo abierto y bajo tierra. Aguanta negociaciones complejas, promueve iniciativas con autoridades y concilia intereses billonarios.

Han escuchado eso de “Vestirse para el puesto aún antes de tenerlo”? Lo personifica mi invitada de hoy. Es una generala metida en un vestido de flores. Pragmática y elegante. Fuerte para dirigir un negocio de punta a punta y fuerte también para llorar conmovida en el avión.

Maestra en capitalizar las oportunidades, se dedica, básicamente, a sacarle jugo profesional a su mejor talento personal: la gente. Como entendedora aguda de lo colectivo, sabe que la conexión profunda genera glorias y que en la colaboración están la fuerza y la fortuna. Parece aplicar su misma habilidad en todo: el tejido fino de las relaciones humanas con gusto y gracia.  

La primera vez que viajó en avión fue cuando se estrenaba en su chamba como sobrecargo, a la cual le debe las ganas de volar siempre alto y comerse al mundo.

Siendo veinteañera, mientras sus amigos salían de fiesta y viajaban, ella tuvo que estar sentada en una silla de ruedas durante todo un año. Pero, como no hay mal que por bien no venga, aprovechó su invalidez  para hacerse trucha en su chamba.

Es mi activista favorita. Feminista, bruja, tatuada y hace lo que le da la gana, pero parece señora normal. Y esto es chiste suyo, no mío. Está casada hace 40 años, es mamá y le va muy bien en su trabajo como directora de un área en una empresa privada.

No había cumplido 30 años y ya era directora. Se estaba estrenando como cuarentona y ya era viuda. Como si la vida hubiera sabido que convenía hacerla sabia desde temprano.

¿Quién no quiere una carrera de emociones intensas, anécdotas heróicas, súper poderes y conocimiento reservado para unos cuantos? ¿Pero quién está dispuesto a pagar el precio de vivir en eterna disyuntiva y con el dolor como parte de la agenda? Estudio para siempre, paciencia para siempre, servicio para siempre.

Es como una muñeca, de las que venían en caja grande y daba gusto recibir como regalo. Con sonrisa franca, expresión colorida, de presencia muy agradable; es regalazo para sus hijos, su marido, sus papás, sus variadísimos amigos, sus entrevistados y sus compañeros de chamba, tanto los de trabajos seguros como los de faenas experimentales.

Viridiana pasó de ser una godín con carrera estable a convertirse en alpinista récord mundial. Todo comenzó al tomar una decisión clave: entrenar su mente para pensar diferente. En este episodio comparte cómo el enfoque mental, la constancia y el autoconocimiento la llevaron a conquistar montañas y a construir un negocio exitoso. Ideal para quienes quieren reinventarse desde la pasión y la intención.